Así lo anunció el presidente del Congreso, José Bono, tras reunirse con los portavoces de los grupos parlamentarios aprovechando el final del pleno para cerrar un acuerdo en ese sentido.

El acuerdo es “político” y no se plasmará en modificación normativa alguna, ni de la Constitución ni del Reglamento del Congreso de los Diputados.

La Constitución establece que los periodos ordinarios de sesiones en el Congreso y en el Senado son de febrero a junio y de septiembre a diciembre, por lo que los demás meses sólo se celebran sesiones extraordinarias que deben ser convocadas al efecto.

Los parlamentarios reconocen su preocupación por la sensación de que si no hay sesiones plenarias no trabajan, a pesar de que Bono insistió en que no estar en el salón de plenos no significa “estar en el bar o estar ocioso”.

“Es una falta de respeto a los diputados y a las personas que quieren moverse por la vida con la verdad por delante decir que cuando no hay sesiones no se trabaja. Puede dar para un titular y para una mentira, pero no es verdad”, proclamó.

En virtud de ese acuerdo político, se convocarán sesiones plenarias, que formalmente serán extraordinarias pero que al ser previstas se pretenden que sean de hecho ordinarias, en los meses de enero y julio.