Se rompe de este modo una senda descendente que se inició tras el año 2001, cuando se tocó techo. Entonces, el 68% de los encuestados consideraba que pagaba muchos impuestos.

En 2002 la cifra cayó al 66%, para situarse en el 65% en 2003, en el 63% en 2004, y al 55% en 2005, para repuntar al 58% en 2006.

En cuanto a la comparación con los países de su entorno, un 60% de los españoles dicen que pagan igual o algo menos de impuestos que los europeos.

La sensación es correcta, ya que la presión fiscal en España oscila entre el 36,5% y el 37%, y la media de Alemania, Fracia, Italia, Reino Unido y España es del 38,7%.

NO PAGAR MÁS

Asimismo, los españoles rechazan mayoritariamente pagar más impuestos a cambio de recibir más y mejores servicios, algo que sólo defienden el 25% de los encuestados.

Es más, un 58% de los españoles considera que es posible bajar impuestos y mantener el actual nivel de servicios que presta el Estado.

Por ideología, las personas de derechas son las más proclives a la rebaja de impuestos, mientras que las de izquierdas están más dispuestas a aportar más a las arcas públicas a cambio de más servicios.

Se observa una división entre los españoles que ven o no beneficios en la contribución de los impuestos a reducir las desigualdades sociales.

Hay un 48% que defienden que la sociedad se beneficia mucho o bastante de la actuación del Estado, frente a un 47% que creen lo contrario.

Un 41% dicen recibir unos beneficios iguales o superiores a su sacrificio por el pago de impuestos, pero el 53% apuntan que su balance es negativo. Sólo un 11% de los españoles consideran que los impuestos constituyen un medio para distribuir mejor la riqueza en la sociedad.