Según establece la sentencia como hechos probados, los dos condenados mantenían una relación sentimental desde 2008 e idearon de común acuerdo un plan para hacerse, “con artificio criminal”, con el negocio de una empresa funeraria.

Para ello, contactaron con una tercera persona, que ha sido testigo protegido durante el proceso y que fue quien puso en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado lo que la pareja estaba tramando.

El plan pasaba por eliminar a Mariano L.P., propietario de la empresa funeraria, y también por hacer desaparecer a José Antonio P.J., un hombre que mantenía una relación sentimental simultánea con Ana Belén E. y del que sospechaban que podría descubirles.

Ana Belén E. y Jesús M. tenían un idilio en secreto aunque ella llevaba tiempo saliendo con José Antonio P. Los tres trabajaban en una empresa funeraria, propiedad del suegro de Jesús M. Ella era la recepcionista y sus dos amantes eran comerciales.

En septiembre de 2008 la situación se hizo insostenible y Ana Belén E. y Jesús M. optaron por contratar a un sicario para que matase a la pareja de la mujer y dueño de la funeraria.

Durante cuatro meses, Ana Belén E. insistió a un sicario para que realizara los asesinatos por 4.000 euros por cada muerte, 3.000 euros al cerrar el trato y otros 1.000 una vez realizado el trabajo.

El 23 de enero de 2009, Jesús M. movilizó la primera partida de su cuenta. Ana Belén E. fue la encargada de pagarle. Ella también había ideado el modus operandi de los asesinatos: el de su pareja se realizaría en el parking del trabajo; el de Mariano L. en su propia casa, cuya alarma llevaba meses estropeada, según explicó al sicario. Además del dinero, también le entregó un sobre con la foto de José Antonio P. y le mandó otra imagen de Mariano L.

Ese mismo día, el sicario contactó con la comisaría de Alcalá de Henares y denunció a los amantes. La Fiscalía pidió para los acusados 23 años de cárcel por dos delitos de proposición de asesinato.