En una entrevista concedida a Servimedia, subrayó que Izquierda Unida es contraria a la apertura de fronteras entre economías tan diferentes y más cuando, como en este caso, España partiría en condiciones “de desigualdad” en muchos ámbitos, que agudizarían la desindustrialización o dejarían a la agricultura sin apenas capacidad competitiva.

También lo es a rebajar los controles sanitarios y medioambientales de las actividades y los productos comercializados, y “más allá de la propaganda” la experiencia de otros tratados similares demuestra que los requisitos se armonizan siempre “a la baja”.

Por si eso no fuera poco, Izquierda Unida se opone al TTIP por motivos democráticos, porque se está negociando “de forma opaca” y apenas llega información a los ciudadanos. Solo gracias a filtraciones producto de una presión “extraordinaria”, subrayó, se ha podido saber, por ejemplo, que las grandes corporaciones podrían denunciar a los estados si no consiguen los beneficios previstos, incluso potenciales.

Todo ello configura una serie de “barbaridades económicas y democráticas” cuyos detalles, por una de esas cláusulas que se ha podido conocer, no se podrán conocer hasta pasados treinta años.

Garzón confía en que la oposición de algunos estados, como Grecia, frene de momento la unanimidad necesaria para que el TTIP sea aprobado, pero pidió “no bajar la guardia” y seguir concienciando a los ciudadanos para que sepan que ese tratado afectaría a su vida cotidiana, a lo cómo son y cómo acceden a los servicios básicos, a los sistemas de producción y distribución de los alimentos, a todos los productos que se pueden comprar, e incluso al empleo.