Los socialistas argumentan que hace tres décadas los niños que nacían con una cardiopatía congénita presentaban una alta mortalidad precoz o sobrevivían con una calidad de vida muy mermada.

Sin embargo, los avances quirúrgicos han provocado grandes cambios en su calidad de vida, aunque, sostienen, todavía queda mucho camino por recorrer. La comunidad médica y distintas asociaciones representativas denuncian que las comunidades autónomas muestran criterios dispares entre sí a la hora de reconocer el grado de discapacidad.

Las personas que tienen una cardiopatía congénita compleja suelen ver afectado su desarrollo físico, motriz, psicomotriz y psicológico. Diversos estudios revelan que del 8% de los nacidos vivos que presentan algún tipo de cardiopatía, tan sólo el 30% requiere tratamiento invasivo, de los que sólo el 60% de los casos su tratamiento quirúrgico se lleva a cabo con circulación extracorpórea, a lo que hay que unir que la mortalidad global (intervenidos quirúrgicamente y no intervenidos) oscila entre el 10 y el 14%.

Los socialistas reconocen que se ha hecho un esfuerzo importante en cuanto a la supervivencia de los menores con cardiopatía congénita, pero que ahora es necesario avanzar en su calidad de vida.

Por ese motivo, instan al Gobierno a que tenga en cuenta las necesidades y problemática específicas de las personas diagnosticadas de cardiopatías congénitas complejas, que necesitan intervenciones quirúrgicas paliativas, de forma que se permita aunar criterios para hacer un análisis integral, físico, psíquico y social, según la edad, en la valoración de la discapacidad.