La participación de los jóvenes en redes sociales conlleva necesariamente una cesión de parte de su intimidad
- Presentado el estudio 'Jóvenes y comunicación. La impronta de lo virtual', del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud
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La participación de los jóvenes en redes sociales supone la exposición pública de parcelas de su vida antes restringidas a círculos íntimos, de forma que la consolidación de estas redes como medio de relación confiere a la intimidad un sentido más amplio, flexible y moldeable.
Estas son algunas de las conclusiones de la investigación 'Jóvenes y comunicación. La impronta de lo virtual', realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado e independiente creado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) gracias al apoyo de Banco Santander y Telefónica.
El estudio analiza cómo las nuevas tecnologías, especialmente las redes sociales, influyen en la comunicación y en la socialización entre la población joven de 16 a 26 años. Está elaborado fundamentalmente a través de diversos grupos de discusión y el análisis de fuentes estadísticas que recogen datos sobre hábitos y expectativas de los jóvenes en España y en Europa en relación a las TIC.
Como punto de partida y según el discurso de los propios jóvenes, "estar en las redes sociales" les lleva a aceptar una serie de contrapartidas ligadas con el concepto de intimidad. La propia naturaleza y sentido del estar presupone que la participación en las redes debe tener, cuando menos, una dimensión pública, tras la cual pueden darse otras más privadas, pero que, en cualquier caso, ya se parte de la aceptación de esa proyección pública del 'yo online', de esa intimidad compartida y de la renegociación de los límites entre lo privado y lo público.
Pese a todo, a quienes participan en las redes sociales les compensa perder parte de su intimidad porque no estar integrado en esas redes se interpreta como "perder oportunidades". Para ellos, el 'yo online' es tan importante como el 'offline', y no actúan uno en detrimento del otro, sino como elementos complementarios.
El estudio indica que en este nuevo pulso entre lo que se mantiene en la intimidad y lo que se expone a la vida pública entran en juego dos factores. En primer lugar, el modo en que se ha trasladado la frontera de lo que se muestra y lo que no, exponiendo parcelas de la vida antes restringidas a círculos íntimos y ahora abiertas a personas con las que se mantiene relaciones mucho menos cercanas.
Y en segundo lugar, la relación entre el punto en el que se sitúa dicha frontera y la red social a la que se haga referencia, ya que las propias características de cada red social ofrecen distintas posibilidades de salvaguardar espacios de privacidad. Por ello, estar en una u otra también tiende a interpretarse como una manera de optar por un mayor o menor grado de intimidad o por una manera de ejercer la privacidad de una u otra forma.
Según el discurso de los jóvenes, el que no les importe perder parte de su intimidad no significa que no la tengan en cuenta ni la valoren. Y es que, para muchos de ellos, la privacidad no es ocultar información, sino gestionar su alcance, lo que se comparte, cómo se presenta o quién accede a ella.
Frente a esta visión generalizada por parte de los jóvenes usuarios, existen dos posiciones que llevan al extremo las opiniones al respecto. Por un lado, la de los usuarios ocasionales, que mantienen la convicción de no ceder ante las contrapartidas que ofrece la red y preservar la parcela privada sin injerencias. Por otro, la de los usuarios habituales, que asumen plenamente la redefinición del concepto "intimidad" e incluso llegan a plantearse que "la intimidad está sobrevalorada".
(SERVIMEDIA)
02 Jul 2014
RCL/caa