Así lo defendió en rueda de prensa junto al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, después de una reunión de trabajo al asumir España la Presidencia rotatoria de la UE.

Para Rodríguez Zapatero, cuestionar su capacidad es como plantear que Gran Bretaña no pudiera participar en un debate sobre el sistema financiero por el shock sufrido en la City.

España, aseguró, atraviesa una recesión “de la que estamos a punto, prácticamente, si no se ha producido ya, de salir”, y es el país europeo con un balance más fuerte en cuanto a crecimiento de renta y bienestar en los últimos treinta años.

Rodríguez Zapatero, Van Rompuy y Durao Barroso quisieron dar una imagen de unidad y coincidencia en el diagnóstico y en la estrategia frente a la crisis económica, y trataron de reflejar una perfecta coordinación de la tricefalia que dirige la Unión Europea tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa.

Los tres hablaron de consenso y de coordinación. Si hubiera una gran crisis ante la que hubiera que reaccionar de forma inmediata, decía Van Rompuy, su primer paso sería convocar el Consejo, como hizo Nicolas Sarkozy ante el colapso financiero internacional.

El Tratado de Lisboa es muy claro en el reparto de papeles”, aseguró Van Rompuy, y en virtud de ello Rodríguez Zapatero se mostró convencido de que, si desde el otro lado del Atlántico se reclama a Europa, el teléfono que debe sonar es el del presidente permanente del Consejo “porque para eso se ha instituido”. Con ello, en su opinión, ahora en las relaciones internacionales hay “una claridad mucho mayor”.

La superación de la crisis económica es uno de los grandes retos del semestre de Presidencia española, y Rodríguez Zapatero defendió el objetivo de reforzar el gobierno económico interior de la Unión Europea para aprovechar la sinergia que suponen 500 millones de ciudadanos trabajando juntos para preservar el nivel de bienestar europeo.

Van Rompuy ha sido el encargado de convocar para el día 11 de febrero un consejo informal de jefes de Estado y de Gobierno con dos asuntos sobre la mesa, la recuperación económica y el cambio climático. En función del reparto de tareas, la Comisión tendrá que informar de la estrategia que se lleve después al Consejo de primavera, y a la Presidencia rotatoria corresponde aportar ideas de forma concertada con los demás estados miembros.

“Sólo trabajando de forma muy estrecha a todos los niveles podremos cumplir con todos los retos que tenemos ante nosotros”, aseguró Van Rompuy, para quien preservar esos niveles de bienestar es una cuestión de “supervivencia” para la Unión Europea.

Por ello, tras los cambios experimentados, con los “enormes” déficits alcanzados por algunos países europeos para afrontar la crisis económica, Van Rompuy cree que la UE tiene una “oportunidad” para consolidar una estrategia común, y se muestra además convencido de que así lo sienten muchos países que hace años rechazaron algo similar. Lo que en los años 2000 o 2005 no fue posible “debemos lograrlo ahora” en el 2010, decía Durao Barroso.

En el Consejo informal de febrero se intentarán definir estrategias contra el cambio climático, un asunto en el que, a pesar de las críticas a los resultados de la cumbre de Copenhague, Van Rompuy aseguraba que Europa no puede ser pesimista porque sin su contribución los resultados habrían sido aún menores.

La salida no es tirar la toalla, advirtió Durao Barroso, sino recordar que Europa “ha tirado del carro” durante años y ahora debe reflexionar sobre la forma de seguir haciéndolo al tiempo que fomenta una mayor ambición en otros países y pone en práctica lo acordado en Copenhague.