Entre sus reivindicaciones, figuran la habilitación de espacios frente a los semáforos de las grandes avenidas para dotar de mayor visibilidad a las bicicletas cuando estos cambian de color; el cumplimiento de los límites de velocidad en ciudad, y la restricción del tráfico dentro de la M-30, con un peaje para los vehículos normales y la prohibición total para los todo terreno.

Asimismo, instaron a las autoridades de Renfe a permitir el transporte de bicicletas en los trenes, como ya sucede en muchos países de Europa.

Según esta misiva, las autoridades madrileñas deberían también cortar el tráfico todos los domingos por la mañana para formar un circuito libre de coches; ensanchar los carriles de autobuses y taxis y permitir la circulación de las bicis en ellos, y cumplir los criterios básicos sobre la ejecución de vías ciclistas, tomando el Plan como un referente de mínimos y no de máximos.

Finalmente, reclamaron al ayuntamiento una flota de bicicletas para los desplazamientos de sus empleados, campañas divulgativas en medios de comunicación sobre el uso de este medio de transporte y la instalación de un monumento al “ciclista urbano desconocido” en la ciudad.