Según informó la Dirección General de la Policía, la fugitiva, de 33 años, contrataba a clientes para mantener relaciones sexuales con adolescentes inducidas a ejercer la prostitución.

Los hechos por los que se la reclamaba ocurrieron en la localidad de Curitiba (Brasil) entre el inicio de 2005 y abril de 2006.

La mujer formaba parte de un amplio grupo de personas que fueron acusadas en su país por explotar y corromper sexualmente a menores, agresiones sexuales y corrupción. La función principal de la fugitiva dentro de la organización era conseguir clientes interesados en mantener relaciones sexuales con menores, y acompañarlos hasta los lugares donde se llevaban a cabo los encuentros.

Cuando los clientes estaban con las menores, de repente la policía irrumpía en el lugar, tomaba fotografías y grababa imágenes de vídeo, procediendo a su detención. Una vez en comisaría les exigían dinero para obtener la libertad. Los agentes corruptos posteriormente repartían el botín entre todos los componentes de la trama. Por estos hechos fueron acusadas 29 personas, entre ellas varios policías.