(Reportaje) Elegir el sexo de tu bebé, una dudosa posibilidad de futuro
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El Instituto de Reproducción Cefer de Barcelona ha reabierto la polémica. Este centro está recogiendo firmas para cambiar la legislación española que regula la elección del sexo de los bebés. Debido a las técnicas de reproducción asistida, hoy en día es posible elegir a la carta el sexo deseado, con una fiabilidad, en algunos casos, del 99 por ciento. Sin entrar en la controversia moral que ello plantea, Servimedia aborda el tema para explicar en qué consisten y cómo se realizan estas técnicas.
La polémica se originó hace diez años en Bélgica, cuando una pareja eligió el sexo de su bebé sin que hubiera riesgo de una enfermedad hereditaria asociada al sexo. En la actualidad, en España, el artículo 26.2 c de la Ley 14/2006, sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, establece que es una infracción muy grave “la selección del sexo o la manipulación genética con fines no terapéuticos o terapéuticos no autorizados”.
“La mayoría de la gente que se quiere someter a estas técnicas lo hace por lo que se conoce como ‘disbalance familiar’, es decir, el que tiene cuatro niños y quiere una niña o viceversa”, explica Fernando Marina, responsable de laboratorio del Instituto de Reproducción Cefer. “Sin embargo, aunque un 15 por ciento de estas parejas se plantean realizarlo, las que finalmente se deciden no llegan al cinco por ciento”. En este sentido, afirma Marina que “estos padres se ven obligados a realizar los tratamientos en otros países, como Estados Unidos, donde pueden costar hasta 20.000 euros”.
Precisamente, ha sido este centro el que ha avivado la polémica impulsando una iniciativa legislativa popular (ILP). “Lo que pretendemos es que se cambie el artículo de la ley que lo prohíbe, ya que en la normativa no se ofrecen las razones de dicha prohibición”, continúa Marina. Para que la ILP se debata en el Congreso es necesario recoger más de 500.000 firmas. “De momento no hemos recogido muchas, pero lo que pedimos es que se abra el debate, ya que nuestra intención es mentalizar a la opinión pública y a los legisladores de que no existen motivos para impedir a la gente ejercer su derecho y su libertad”, indica.
TÉCNICAS DE SELECCIÓN
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el año pasado nacieron en España 233.966 varones y 219.671 mujeres. A nivel biológico, la diferencia entre un género y otro está en los cromosomas. La especie humana tiene 46 cromosomas. Las 22 primeras parejas son idénticas en los hombres y en las mujeres. El último par cromosómico es el sexual; los hombres tienen un cromosoma “X” y un cromosoma “Y”, y las mujeres tienen dos cromosomas “X”.
“Lo que define el sexo masculino es un gen que está dentro del cromosoma ‘Y’ que se denomina SRY. Tener un cromosoma ‘Y’ determina el que se desarrollen los testículos y de ahí el que se desarrolle el resto del aparato genital masculino”, explica Carmen Ayuso, jefa de Servicio de Genética de la Fundación Jiménez Díaz. De esta manera, Ayuso puntualiza que “analizar si existe el gen SRY nos sirve para saber si el embrión se va a desarrollar hacia el sexo masculino o no”.
Aunque en el Consejo de Europa están implícitamente prohibidas las técnicas de selección de sexo por razones sociales -es decir, por voluntad de los padres-, en los centros de reproducción asistida se están usando métodos preconcepcionales (que posibilitan la selección antes de la concepción) en los casos permitidos por la ley.
Uno de los métodos consiste en obtener una fracción espermática enriquecida o con espermatozoides portadores de “X” o de “Y”, que se introducen en el útero de mujer a través de una inseminación artificial. “Para ello, se utiliza el citómetro de flujo y el sistema Cell Sorting”, expone Ayuso. El primero identifica las células y el segundo las clasifica al hacerlas pasar por un analizador que tiene en cuenta características morfológicas o químicas. "El problema de este método es su fiabilidad, de un 92 por ciento para niñas y de un 84 por ciento para niños, aproximadamente”, confirma Ayuso.
La siguiente técnica se realiza a través del diagnóstico genético preimplantacional, que consiste en una fecundación in vitro, seguida de un análisis de las células embrionarias. Cuando el embrión tiene unos tres días de vida y está compuesto por siete u ocho células, se practica un pequeño agujero mediante un láser muy preciso en la membrana que recubre el óvulo y se extrae una de las células.
Cada una de estas células es representativa de la información genética del embrión, por lo que se pueden analizar los cromosomas o los genes para ver si hay alguna enfermedad ligada a los mismos. En el caso de que se quiera determinar el sexo, tan solo hay que comprobar si tiene dos cromosomas “X” o si tiene el cromosoma “Y”. En cualquier caso, las células siguen creciendo, por lo que dos días después de esta pequeña intervención se transfiere al útero de la madre el embrión deseado.
En opinión de Ayuso, es un método desproporcionado en cuanto a riesgo y beneficio para la elección de sexo por causas sociales, porque “es una técnica invasiva y cara: en términos económicos, su precio ronda los 6.000-7.000 euros. Además, tiene poco éxito, ya que, del total de los intentos, solo el 15 por ciento de los embarazos llegan a término. Aunque es bastante fiable en cuanto a la elección del sexo, con un porcentaje de error menor al 1 por ciento”.
RAZONES TERAPÉUTICAS
Poder determinar el género del bebé con técnicas de preconcepción tiene unas evidentes razones terapéuticas que hacen de estos supuestos una técnica legal en casi todos los países. Existen dichas justificaciones cuando surgen patologías cromosómicas que heredará el bebé, por ejemplo, cuando tenemos una enfermedad ligada al cromosoma “X”, es decir, si hay riesgo de heredar una enfermedad que se transmita a través de las mujeres y la padezcan los hombres.
En este sentido, la genética, que está en constante evolución, se ha volcado en encontrar los genes portadores de enfermedades y esto ha supuesto un cambio revolucionario a la hora de encontrar soluciones para resolver el problema de la transmisión de enfermedades genéticas.
“Antiguamente, no se podía encontrar el gen que causaba estas enfermedades y, entonces, teníamos que recurrir a buscar el sexo, porque sabemos que estaban ligadas al género”, afirma Marcos Ferrando, director médico de la clínica IVI de Bilbao. Pero, a día de hoy, “ni siquiera en la mayoría de ellas va a ser necesario buscar el sexo, porque somos capaces de encontrar el gen portador de la enfermedad, independientemente de que sea niño o niña”, continúa. "En la actualidad, la selección de sexo por causas terapéuticas solamente queda limitada a aquellas enfermedades en las que no se ha podido encontrar el gen que las produce y, por lo tanto, no se puede buscar en el embrión”.
DIAGNÓSTICO PRENATAL NO INVASIVO
En los últimos años ha surgido una técnica revolucionaria que permite identificar el ADN fetal en la sangre de la madre. Al principio, con esta técnica solo se podía determinar si el bebé era niño o niña. “Pero, ahora, a partir de ese ADN fetal, somos capaces de determinar enfermedades ligadas a los cromosomas 13, 18 y 21, que son las más frecuentes, con una fiabilidad altísima, que ronda el 99,99 por ciento”, sostiene el director médico del IVI.
Esta prueba, que se está ofertando en España en el sector privado a todas las mujeres embarazadas por unos 600 euros, ha supuesto un gran avance, ya que en muchas ocasiones evita la práctica de pruebas invasivas, como la amniocentesis. En los supuestos en los que una madre sea portadora de una enfermedad ligada al cromosoma “X”, “lo primero que hacemos es ver si es un niño o una niña mediante este diagnóstico prenatal no invasivo”, explica Ayuso.
“Si la madre ha engendrado una niña, no es necesario hacerle ninguna prueba más, porque sabemos que no va a tener la enfermedad; si es niño tiene un riesgo del 50 por ciento de padecer la enfermedad, por lo que, para saberlo con certeza, sí hay que hacer la prueba invasiva”, continua Ayuso. El inconveniente de esta técnica es que en países como China o la India se utiliza para hacer abortos selectivos de embriones de sexo femenino, “lo que ha cambiado la proporción de niños y niñas en estos países”.
Poder elegir el sexo del bebé es una realidad cada vez más lejana en nuestro país, no solo por el obvio impedimento legislativo, sino porque las razones terapéuticas han eclipsado a las sociales. En la mayoría de los casos, lo que quieren los padres no es poder elegir el sexo de su hijo, sino tener la certeza de que su bebé no tendrá ninguna anomalía o, como dicen, a menudo, las futuras madres: “lo que venga, bienvenido sea, lo importante es que esté sano”.
(SERVIMEDIA)
13 Oct 2013
MRM/caa/gja