Estas 30 personas (28 activistas de Greenpeace y un fotógrafo y un cámara independientes) fueron detenidos el pasado 19 de septiembre por las fuerzas especiales rusas después de que trataran de encadenarse ante una plataforma petrolífera de Gazprom, en aguas del mar de Barents, en el Ártico.

Los arrestados están acusados formalmente de piratería y se enfrentan a penas de hasta 15 años de cárcel, según informó Greenpeace.

El director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, denunció que “no hay ninguna justificación” para la detención de “activistas que no hicieron más que expresar sus creencias pacíficamente”.

“Han sido acusados de un crimen que no cometieron y se encuentran encarcelados por algo que realmente nadie piensa que hicieron. Ahora son presos de conciencia y, como tales, son responsabilidad del mundo”, añadió, antes de señalar que “no vamos a dejar de desafiar pacíficamente los planes de Gazprom y de otras compañías que buscan petróleo en el Ártico”.

Los abogados de Greenpeace han presentado denuncias ante las autoridades competentes porque afirman que algunos de los detenidos han sido sometidos a violaciones de sus derechos, ya que algunos han sido trasladados en jaulas, encarcelados en frías celdas, grabados las 24 horas y no han tenido suficiente acceso al agua potable.