“Todo ha cambiado ahora, nuestro escenario interno ha cambiado, vivimos una nueva época sin terrorismo y se ha agotado el café para todos”, fueron las premisas sobre las que ligó su idea de establecer un nuevo “estatus político” que, eso sí, debería contar con el respaldo de la totalidad de los partidos políticos vascos, sin exclusión.

Porque Urkullu destacó que Euskadi afronta “un nuevo tiempo de decisión de su futuro”, en particular “ahora que el chantaje terrorista ha desaparecido y el marco europeo ha cambiado”. Además, Europa, subrayó, reconoce “nuestro genuino concierto económico”, por lo que es este un momento ideal para “actualizar nuestro estatus de autogobierno sobre una base acordada”.

Como premisa principal, Urkullu habló de la necesidad de “abordar este reto desde el principio de la pluralidad, con la participación de todos los grupos parlamentarios; del principio del rigor jurídico y del principio de desarrollo de posibilidades legales y legítimas”. Y eso tras precisar que la “insatisfacción con nuestro gobierno tiene que ver más que con la ley vigente con su desarrollo”.

En cualquier caso, el lehendakari aseguró que “podemos avanzar en un nuevo status político para Euskadi”, para lo que advirtió de que “el procedimiento de trabajo requiere altura de miras” para “alcanzar el ideal de un lugar en el que podamos encontrarnos satisfechos”.