Según el estudio de Funcoe, uno de cada dos menores que han sufrido el abuso sexual elige como confidente a un amigo, y uno de cada cinco a la madre.

Un 22 por ciento decide contárselo a otro familiar y sólo un 0,42 por ciento relata su experiencia a profesionales (psicólogos, o educadores, mientras que ninguno recurre a la policía, jueces y abogados.

Asimismo, el estudio asegura que los abusos tienen efectos diferentes para niños y niñas. Los niños varones que han sido agredidos es más probable que abusen de otros menores y suelen mostrarse agresivos, mientras que las niñas suelen sentir depresión y ansiedad.

Otra de las conclusiones del informe es que no todas las víctimas necesitan tratamiento tras la agresión, pero todas precisan ayuda.

RETRATO DEL AGRESOR

Funcoe aboga or denunciar todos los abusos, pero advierte que cuando el abuso es instruido y juzgado, el trauma que supone el abuso se prolonga por las consecuencias del propio proceso judicial. Además, datos de Canada y Estados Unidos indican que sólo la mitad de los casos de abusos sexuales son finalmente probados.

En cuanto a los agresores, el informe señala que la mayoría son varones que, casi en la mitad de los casos, realizan su primer comportamiento de abuso antes de cumplir 16 años. De hecho, se afirma quelos abusos cometidos por adolescentes y jóvenes está creciendo debido a factores como el abuso de alcohol.

La investigación confirma que el 20 por ciento de las violaciones son cometidas por menores de edad. Según Funcoe, un estudio realizado en localidad inglesa de Liverpool revela que la tercera parte de todos los agresores sexuales era menor de 18 años.

El estudio pone de manifiesto que los agresores suelen ser reincidentes y remisos al tratamiento. En la mitad de los casos no conocen a las vítimas. En la otra mitad, se trata de familiares o conocidos de los niños.

Asimismo, señala que el 62,6 por ciento de los abusos ocurre en el medio urbano y el 37,2 por ciento en el medio rural. Funcoe añade que los expertos interpretan que los abusos pueden ser más frecuentes en las ciudades por las condiciones de hacinamiento propias de estos entornos.