(Reportaje) El largo y complejo camino hacia la Casa Blanca
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El próximo martes, 6 de noviembre, los norteamericanos elegirán al hombre que presidirá su país durante los próximos cuatro años. Con estas elecciones se pone el broche final a un complejo proceso y a una larga campaña que, desde Europa, se observa con curiosidad e, incluso, asombro. Aprovechando la celebración de los comicios, hacemos un repaso al complejo sistema electoral americano.
Aunque los dos candidatos han apelado durante la campaña al voto individual, lo cierto es que el 6 de noviembre los ciudadanos estadounidenses no votan a su presidente. Al igual que sucede en España, se trata de una elección indirecta y lo que eligen los votantes son a unos “intermediarios”, que reciben el nombre de electores. Serán ellos quienes, un mes después, emitirán los votos definitivos para la elección del presidente y el vicepresidente del país.
Para ser elegido, el candidato a la presidencia, que se presenta en compañía de un candidato a la vicepresidencia —a esa pareja se la conoce con el nombre de 'ticket'-, debe obtener al menos 270 votos de electores.
Este sistema indirecto tiene más de 200 años de historia. Según cuenta el político y jurista mexicano Eduardo Andrade en su libro 'Deficiencias del sistema electoral norteamericano', “el sistema de elección indirecta del presidente norteamericano se adoptó en el año 1787 en una convención celebrada en Filadelfia, en la que estuvieron representados 12 de los estados recientemente independizados y a la que acudieron 55 delegados”.
Los expertos que habían elaborado la Constitución, que se proclamó en septiembre de ese mismo año, ya habían decidido que el poder ejecutivo de los Estados Unidos se depositara en una única persona, pero había diversidad de opiniones con respecto a la forma en que esta debía ser elegida. Mientras que algunos delegados consideraban que debía ser el Congreso quien decidiera, otros eran partidarios de realizar una elección popular directa.
Al final, se optó por una solución intermedia que consistía en lo siguiente: se creó un órgano, el Colegio Electoral, cuyos miembros serían designados por cada estado y cuyo número total sería la suma de los senadores y de los representantes en el Congreso que tuviera el mismo. En la actualidad, hay 538 electores, cifra que es igual al número de senadores (100), más los congresistas (435), más tres representantes del distrito de Columbia, que es el área metropolitana de Washington, la capital.
Según explica Andrade, la idea original era que los electores fueran “personajes distinguidos de la comunidad, ilustrados y desinteresados, que escogerían para presidente a quien les pareciera la persona más adecuada para ejercer el cargo de una manera objetiva y desapasionada”. Hoy en día no es así y es en la elecciones presidenciales, mediante el voto ciudadano, donde se elige a los electores que representarán a cada estado.
WINNER TAKES ALL
Una de las cosas que más suele sorprender del recuento de estos comicios presidenciales es comprobar que todos los electores de cada estado votan por un único candidato. No es que haya unanimidad y todos los ciudadanos de ese territorio se decanten por la misma persona. Lo que ocurre es que el candidato más votado de un estado en concreto recibe el apoyo de todos los electores del mismo. De hecho, en muchos estados romper esta norma está penalizado con sanciones administrativas e, incluso, con penas de cárcel.
Este sistema, que el partido que gana en un estado se lleve los votos de todos los electores del mismo, se denomina el método de 'winner takes all', expresión que en castellano se podría traducir como 'el ganador se lleva todo'.
Son muchas las voces que critican hoy en día este método, porque puede dar lugar a que el candidato que más votos ha conseguido en todo el país no obtenga sin embargo la presidencia. De hecho, esto ha ocurrido ya en cuatro ocasiones, la última en el año 2000, cuando George W. Bush se alzó con la presidencia del país aunque Al Gore obtuvo más votos ciudadanos.
EL PRIMER MARTES TRAS EL PRIMER LUNES
Si hicieramos un repaso a la hemeroteca, comprobaríamos con sorpresa que todas las elecciones presidenciales estadounidenses se han celebrado el martes siguiente al primer lunes de noviembre. ¿Coincidencia? Obviamente, no.
En los inicios de este sistema, no había una fecha determinada para los comicios y los estados votaban en diversos días, lo que dio lugar a numerosas situaciones de fraude. Por eso el Congreso decretó, en el año 1845, que los electores debían ser seleccionados el mismo día en todo Estados Unidos.
Esa fecha se fijó en “el martes siguiente al primer lunes de noviembre”, y no por casualidad. Hay que tener en cuenta que en aquella época en el país predominaba la actividad agraria. Por eso, se optó por noviembre, cuando ya se había terminado con la cosecha y antes de que el invierno fuera tan crudo que dificultara el viaje de los agricultores a los lugares de votación.
Lo de noviembre está claro pero, ¿por qué el martes? Se eligió este día en lugar del lunes para que los granjeros que vivieran en zonas alejadas, y asistieran a misa el domingo, tuvieran tiempo para desplazarse a votar.
Y, por último, ¿por qué el primer martes tras el primer lunes y no el primer martes a secas? Pues, precisamente, para evitar que la votación coincidiera algún año con el 1 de noviembre, día de Todos los Santos y fecha en la que los católicos deben acudir a misa. También influyó el hecho de que los comerciantes hicieran el balance de los libros del mes anterior el primer día de cada mes.
PRIMARIAS Y CAUCUS
Y no podíamos terminar este reportaje sobre las elecciones presidenciales estadounidenses sin hacer referencia al principio de todo, es decir, al sistema por el cual los partidos que optan al poder eligen a su candidato a presidente del Gobierno.
En un principio, cualquier persona que quiera puede presentar su candidatura a la presidencia siempre que cumpla con los requisitos que establece la Constitución: ser ciudadano estadounidense de nacimiento, haber residido en el país por lo menos 14 años seguidos, gozar de todos los derechos derivados de su condición de ciudadano y ser mayor de 35 años.
Sin embargo, teniendo en cuanta el alto coste de las campañas electorales, lo habitual es que los candidatos independientes tengan pocas posibilidades de llegar con éxito al último tramo de la carrera por la presidencia, y, al final, solamente alcanzan esa meta los candidatos demócrata y republicano.
Tras presentar su candidatura, cada aspirante comienza una campaña de promoción personal, y, en el caso de que haya varios de un mismo partido —lo que suele ser habitual— también tienen lugar debates electorales. A continuación, tiene lugar un proceso que, aunque se conoce genéricamente con el nombre de primarias, en realidad se divide en las primarias propiamente dichas y lo que se conoce como 'caucus'.
Las primarias son las más habituales. Consisten en una votación secreta, y pueden ser abiertas —por lo que en las mismas podrá participar cualquier votante registrado (aunque si un votante participa, por ejemplo, en las primarias de un partido no podrá hacerlo en las de otro)— o cerradas, es decir, limitadas a los votantes que están registrados como miembros de dicho partido.
En algunos estados, como decíamos, no se utiliza este sistema, sino los 'caucus', que se basan en un antiguo método de resolución de conflictos usado en Norteamérica. Son asambleas a las que acuden los simpatizantes de un partido, que discuten entre sí el porqué un determinado delegado es mejor que otro para representar sus intereses políticos.
Tanto de las primarias propiamente dichas como de los 'caucus' salen los delegados que cada estado enviará a la Convención Nacional del partido, un número que es proporcional al número de electores de dicho estado.
Todas las primarias o 'caucus' se celebran un mismo día, que se conoce con el nombre de 'Super Tuesday', es decir, supermartes. Son esos delegados los que finalmente elegirán, en la convención de su partido, al candidato que presentaran a las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
(SERVIMEDIA)
04 Nov 2012
MTG/caa/man/gja