A excepción de CiU, que se manifestó contraria a los planteamientos de los sindicatos, el resto de los asistentes aseguraron a las centrales vasca y gallega su intención de presentar enmiendas a la reforma laboral del Gobierno de Mariano Rajoy.

Pese a reconocer que la relación de fuerzas en el Congreso no permite anticipar cambios sustanciales en el contenido de la reforma, los sindicatos entienden que la única vía para frenar su aplicación es la movilización de los ciudadanos y la incansable lucha sindical.

Ambos dirigentes se mostraron convencidos de que la "respuesta social será muy mayoritaria" y de que la huelga general será "un éxito".

En concreto, Seixo aseguró que los sindicatos "estamos acostumbrados a dar batallas contra recortes de derechos" y aunque "unas veces ganamos y otras no", el objetivo es conseguir que la reforma laboral "no se aplique en las empresas".

Por su parte, Muñoz pidió no caer en "la trampa" que suponen las "mentiras" y "manipulaciones" de la patronal y el Gobierno y a prepararse a reforzar el sindicalismo, que es el único instrumento del que disponen los trabajadores para defender sus derechos.

Muñoz dijo no entender la "ausencia del PNV de esta reunión" y advirtió que en el País Vasco el Gobierno socialista está esperando a que Rajoy anuncie sus recortes para atribuirle lo que tengan que adoptar, "y así lavarse las manos".

Según dijo el secretario general de ELA, esta reforma laboral "brutal" es "la más ideológica" hecha en España en democracia para después del ajuste en el empleo, "hacer un ajuste despiadado en los salarios y condiciones de trabajo".

Insistió en que la patronal ha "instrumentalizado" a los sindicatos para culpar a los salarios de la falta de competitividad. Los empresarios no llegaron a acuerdos con el Gobierno Zapatero porque lo consideraban "un cadáver político" tras el cual "vendría el original, que les daría más y ahora están contentos de tener un árbitro comprado" que les permita instrumentalizar el miedo y hacer lo que tienen en mente.