Con casi cuarenta minutos de retraso sobre el horario previsto, el secretario de Organización, Marcelino Iglesias, abría las intervenciones de la inauguración del congreso, después de que todos los miembros de la Comisión Ejecutiva, encabezados por Zapatero, tomaran asiento en la cabecera del plenario, frente a los delegados.

Al sentarse en sus puestos, Rubalcaba y Chacón hicieron ante los delegados lo que no habían hecho en las últimas reuniones del Comité Federal, saludarse afectuosamente, con dos besos en la mejilla y sonrientes.

Después, en su intervención inaugural, Iglesias subrayó que no hay reformas sociales, avances en derechos y libertades alcanzados por España en democracia que no lleven el sello del PSOE y de los dos presidentes del Gobierno que ha tenido, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Los delegados aplaudieron a González pero sobre todo a Zapatero, presente y ante ellos, hasta convertir el aplauso en una prolongada ovación que acabó con la Ejecutiva y buena parte de los delegados en pie y el secretario general visiblemente emocionado ante ellos.

Iglesias subrayó que el congreso es un ejercicio de democracia interna y el PSOE puede enorgullecerse de que sus militantes son “libres” y sus delegados ejercen su responsabilidad con un voto secreto que garantiza esa libertad.

Por todo ello se mostró convencido de que el PSOE saldrá de este congreso “renovado, más fuerte y más unido”, preparado para responder a las demandas de los ciudadanos y responder a un PP que pretende cargar el peso de la crisis sobre el Estado del bienestar. Los socialistas, advirtió, deben estar preparados para “cualquier contingencia que surja” ante ese escenario.

El congreso se celebra en Sevilla porque Andalucía es “el corazón” del PSOE y porque el reto inminente es ganar las elecciones autonómicas, pero Iglesias recordó también que se ha sumado otro con el adelanto de los comicios en Asturias.