Según informa la universidad granadina, el aceite de pescado es la principal fuente de ácidos grasos omega-3 de cadena larga, como por ejemplo el docosahexaenoico (DHA), un componente estructural clave de las membranas celulares del cerebro.

En el estudio, cuyos resultados han sido presentados en la revista "American Journal of Clinical Nutrition", los científicos han investigado el efecto de la ingesta de pescado durante el embarazo, junto a la variabilidad genética sobre la capacidad intelectual.

Los investigadores han descubierto cómo los polimorfismos del grupo de genes de las desaturasas de ácidos grasos FADS afectan las concentraciones de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en las mujeres durante el embarazo.

Según el estudio, la composición de ácidos grasos en la sangre del cordón umbilical depende de los genotipos maternos y de sus hijos, de tal manera que aquéllos se asocian principalmente con los precursores de los ácidos grasos de la serie omega-6 y los del niño están asociados a los ácidos grasos más elongados de esta serie.

También han demostrado que las cantidades de ácido docosahexaenoico (DHA) de la serie omega-3, y principal componente de las membranas de las células del cerebro, son dependientes de los genotipos maternos y los de sus hijos.

Según la la doctora Eva Lattka, del Centro Alemán de Investigación de Salud Ambiental, "hay una mayor contribución a la síntesis de ácidos grasos de cadena larga de la serie omega-6 por parte del feto de lo que se esperaba". "Los niveles de DHA en el feto dependen del metabolismo materno y fetal. La cantidad de DHA suministrada al feto por la madre a través de la placenta podría ser muy importante", concluye.