Durante su intervención en el ‘XXXVIII Seminario de la APIE: La Economía de la Pandemia', defendió que las fusiones “son una buena manera” de responder a los desafíos que encara el sector financiero en un entorno de “depresión” de la rentabilidad derivado de los bajos tipos de interés, de la revolución digital y la irrupción de nuevos operadores.

Sin embargo, reparó en que, a medida que van pasando los años y se van produciendo operaciones, “las posibilidades de nuevas operaciones son obviamente cada vez menores” y “quizás, a lo mejor, ahora ya es el momento de pensar en la escala europea más que en la escala nacional en España”. “El proceso está muy avanzado y, por tanto, con menos margen de maniobra”, agregó, en cuando a las posibilidades en el mercado nacional.

Entre los factores que desalientan las uniones transnacionales apuntó que las sinergias que se derivan este tipo de operaciones “no son lo suficientemente relevantes” porque “no tenemos todavía una unión bancaria perfeccionada, porque sigue habiendo costes regulatorios que están demasiado ligados a elementos nacionales”.

Bajo este mismo contexto justificó los ajustes emprendidos por las entidades financieras como fórmula para mejorar las cuentas vía ahorros y ante la “revolución digital a la que estamos asistiendo”. “Tenemos unos nuevos competidores y nosotros tenemos que ser capaces de competir con esos nuevos operadores, al menos, con las mismas capacidades de reacción”, agregó, subrayando que además la pandemia ha provocado una aceleración en la digitalización de los clientes.

“Estamos viendo el impacto de una revolución digital y tecnológica que no está solo, digamos, derivada de la oferta de lo que los bancos quieren para el futuro, sino que está derivado de un cambio en la demanda, que es un cambio real de nuestros clientes y de un cambio en los operadores con los que estamos compitiendo fuera del sistema financiero regulado o no”, explicó.