Según informa el Ministerio del Interior, ese 1,2% responde a personas que llevan poco tiempo en prisión y, por lo tanto, se encuentran en fase de estudio previo a la aplicación de un tratamiento. El número de internos que han recibido tratamiento para esta enfermedad desde 2015 hasta el año pasado ha sido de 5.155.

Por otra parte, el 94,7% de los internos con VIH/SIDA reciben tratamiento antirretroviral, superando el objetivo establecido por ONUSIDA para el 2020 de al menos el 90% de las personas con dicha enfermedad. Desde el año 2010, cuando la prevalencia era de 6,5%, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha logrado rebajarla hasta situarla a un 4%. A lo largo de 2020 sólo se ha notificado un nuevo caso de SIDA entre personas privadas de libertad.

En esta línea, la Administración Penitenciaria cuenta con programas de prevención y control de las enfermedades transmisibles en el medio penitenciario: hepatitis, VIH, tuberculosis, etc. Asimismo, desarrolla programas de reeducación de daños en drogodependientes (mantenimiento de metadona, intercambio de jeringuillas…), educación para la salud, promoción de hábitos saludables, vacunaciones, intercambio de jeringuillas, etc. y, además, vela por el cumplimiento del objetivo cero discriminación que contempla el pacto social sobre VIH/SIDA.