Con ello, desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, se produce una caída del 10,6%, con un volumen de consumo acumulado en los últimos 12 meses de 13,06 millones de toneladas, un millón y medio menos que en el periodo precedente.

En lo que va de 2021, el consumo se sitúa cerca de los dos millones de toneladas, con un descenso del 10,1% frente a los meses de enero y febrero de 2020.

Por otro lado, pese a los malos datos de consumo, desde el inicio de la pandemia las exportaciones del sector, que alcanzan los 6,2 millones de toneladas, se sitúan en positivo. Así, experimentan un crecimiento del 5,2%, gracias a que en febrero se dispararon un 29,2%.

A este respecto, el presidente de Oficemen, Víctor García Brosa, advierte de que “observamos con mucha cautela esta mejoría exportadora porque no podemos olvidar que seguimos inmersos en una situación de pandemia, que aún pesa sobre la producción local en muchos de los países de nuestro entorno, productores y receptores tradicionales de cemento, y tenemos serias dudas de que venga para quedarse si no se articulan mecanismos para mejorar nuestra competitividad en el medio y largo plazo”.

Además, lamenta que “nuestro mercado interno sigue lastrado por la falta de inversión en obra pública y vivienda” y explica que “El problema más urgente continúan siendo los costes de los derechos de emisión de CO2, que se han duplicado en el último año, hasta superar los 40 euros por tonelada emitida, un coste muy difícil de sobrellevar”.

En este sentido, valora que el Parlamento Europeo esté dando ya los primeros pasos para la creación de un sistema de ajuste en frontera al CO2 para los productos importados desde terceros países que no tienen una agenda de descarbonización equivalente a la de la Comisión Europea. “Es una decisión imprescindible, no solo para evitar la desaparición de la industria europea, sino también, y sobre todo, para que la tasa al carbono tenga una efectividad real sobre el medio ambiente”, finaliza García Brosa.