Medio ambiente

Las aves no invadieron las ciudades en el confinamiento, sino que se hicieron más visibles

- No había más pájaros, sino que se oían y veían más por cambiar de comportamiento, según un nuevo estudio

MADRID
SERVIMEDIA

Un nuevo estudio desmiente la teoría de que la naturaleza -más concretamente, las aves- invadió las ciudades silenciosas y vacías durante el primer mes del confinamiento domiciliario llevado a cabo en España el año pasado por la pandemia de la Covid-19, es decir, que no había más pájaros, sino que se oían y veían más porque cambiaron su comportamiento y pasaron a ser más activos las primeras horas del día.

Ésta es la conclusión de un estudio realizado por el Instituto Catalán de Ornitología (IC) y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) a partir del proyecto #JoMeQuedoEnCasa de 'ornitho.cat'.

Los resultados se obtuvieron gracias a la participación de más de 400 ornitólogos voluntarios que recogieron más de 126.000 registros de pájaros en este proyecto de ciencia ciudadana, que coordina el ICO. Para el estudio se seleccionaron las 16 especies de aves más habituales en ambientes urbanos y que pasan todo el año en Cataluña, y se compararon con los datos recogidos en 'ornitho.cat' de las mismas poblaciones entre 2015 y 2019.

Esas especies son el carbonero común, el colirrojo tizón, la cotorra argentina, el estornino pinto/negro, la gaviota patiamarilla, el gorrión común, el herrerillo común, el jilguero, la lavandera blanca, el mirlo, la paloma bravía, la paloma torcaz, la tórtola turca, la urraca, el verdecillo y el verderón común.

La investigación señala que los cambios inducidos por el confinamiento fueron demasiado drásticos y repentinos, y no duraron lo suficiente para permitir procesos de colonización de animales.

En condiciones naturales, fuera de las ciudades los pájaros cantan y son muy activos al amanecer, algunos incluso cuando todavía es de noche. "En entornos urbanos, sin embargo, este momento del día coincide con la hora punta de la mañana, cuando hay más personas y ruido en la calle, lo que les impide comunicarse entre sí cuando cantan o buscar tranquilamente alimento por culpa del estrés que les causa nuestra presencia constante", comenta Oscar Gordo, primer autor del artículo.

A PRIMERA HORA DE LA MAÑANA

Durante el confinamiento desaparecieron estos inconvenientes y las aves cambiaron rápidamente su comportamiento para recuperar un ritmo mucho más natural. "Una vez más, las aves urbanitas demuestran ser extremadamente plásticas y adaptan su comportamiento a las nuevas posibilidades que ofrecía el confinamiento humano", comenta Sergi Herrando, investigador del Creaf y del ICO.

Salvo los estorninos, todas las especies estudiadas fueron más activas a primera hora de la mañana, lo que demuestra que la respuesta fue muy generalizada. "En aves como la gaviota patiamarilla o la urraca, animales muy inteligentes y adaptables, la drástica reducción del tráfico y de la presencia humana en la calle las animó a utilizar mucho más las primeras horas de la mañana para buscar alimento e, incluso, a adentrarse más en los núcleos centrales de los pueblos y ciudades", explica Gabriel Gargallo, director general del ICO.

Lluís Brotons, investigador del Creaf, indica que "la ciencia confirma que el ruido, de manera directa o indirecta, se ha asociado con la disminución de la densidad de aves, así como con el empobrecimiento de sus comunidades".

La contaminación acústica dificulta la comunicación de las aves, aumenta los niveles de estrés e, incluso, parece acelerar su envejecimiento. Esos efectos negativos que se amplifican y complementan por la gran presencia de coches y personas que hay por las calles, sobre todo en horas punta. Todo ello hace que muchas especies sean incapaces de vivir en entornos urbanos y que las que sí lo hacen estén sometidas a condiciones poco acogedoras, que a menudo conllevan consecuencias negativas para su biología.

Los resultados del estudio sugieren que las aves urbanas tienen una gran plasticidad de comportamiento y que han aprovechado muy rápidamente algunas de las mejoras ambientales que se han producido en nuestros entornos urbanos fruto de nuestro confinamiento.

"Está en nuestras manos hacer que las ciudades sean más acogedoras para los pájaros más allá de la crisis de la Covid-19. Los problemas que experimentan en su comunicación y salud son en buena parte homólogos a los que padecemos nosotros mismos. Por lo tanto, si hacemos nuestros pueblos y ciudades más habitables para las aves y la naturaleza en general, seguro que nosotros también nos beneficiaremos. Escuchar y ver pájaros fue, sin duda, uno de los mejores remedios para soportar con más ánimo el confinamiento de justo hace un año", concluyen los autores.

(SERVIMEDIA)
12 Mar 2021
MGR/gja