Según los datos esta organización, el escape de la central nuclear de Fukushima ha representado una quinta parte de lo que se emitió en Chernóbil, aunque en el caso japonés “han viajado isótopos más ligeros” (cesio 137 y yodo 131) y el escape de productos pesados se ha circunscrito a una milla en torno a la central.

“La novedad” ha estado, según Castejón, en que “con Fukushima se han vertido miles de toneladas de agua radiactiva al mar”. Según afirmó, “ya hay 240 veces más estroncio del permitido en el agua”, sustancia que en caso de ser ingerida ataca “directamente a los huesos”.

AGUA DULCE CONTAMINADA

En la actualidad, según indicó, se están refrigerando los reactores 1, 2 y 3 de la central con agua dulce en un circuito abierto, por lo que “habrá que enfrentarse a la gestión de 200.000 toneladas de agua contaminada, como un residuo de primer orden”.

La zona de exclusión de 20 kilómetros al principio “fue suficiente”, pero los cambios de la dirección del viento “llevaron dosis altas de radiactividad a 50 kilómetros de distancia”. En España, según Castejón, la evacuación está fijada en un radio de 10 kilómetros en torno a las centrales.

En su repaso de la gestión de la catástrofe, Castejón señaló que la situación “ha sido mucho más grave de lo que reconoció Tepco”, operadora de la central nuclear de Fukushima.

“Los núcleos de tres reactores están fundidos, y al menos el reactor 1 sufrió ya daños con el terremoto. Los ecologistas fuimos demasiado cautos al valorar la situación”, añadió.

Los ecologistas también critican la actuación de Tepco, que “ha mentido sistemáticamente”; del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que “ha sido incapaz de actuar como un informador independiente”; del Consejo de Seguridad Nuclear español, que “ha demostrado que no es de fiar”, y del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, por “su clamoroso silencio”.

ASCÓ

Finalmente, Castejón hizo referencia al último informe del CSN sobre las incidencias registradas en la central nuclear de Ascó y al hallazgo, dijo, de colillas “en la zona sagrada”, el edifico del combustible. “Además de sus problemas técnicos, está siendo operada con temeridad. No se puede permitir que una central así funcione”, concluyó Castejón.