Solidaridad
Manos Unidas insta a combatir la hambruna que sufren 690 millones de personas en el mundo
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Manos Unidas instó a combatir la hambruna que sufren más de 690 millones de personas en el mundo en la apertura de su campaña 2021 'Contagia solidaridad para acabar con el hambre'.
Durante los próximos doce meses, la ONG va a centrar su trabajo en denunciar las consecuencias que la pandemia del coronavirus provoca entre las personas más vulnerables del planeta y en promover la solidaridad entre los seres humanos como "única forma de combatir la pandemia de la desigualdad", agravada por la crisis sanitaria mundial, que "castiga con hambre y pobreza a cientos de millones de personas en el mundo".
Para presentar esta Campaña, la ONG contará con los testimonios de Raquel Reynoso, presidenta de SER (Asociación Servicios Educativos Rurales), socio local de Manos Unidas en Perú; de Alicia Vacas, misionera comboniana afincada en Israel; y de la presidenta nacional de Manos Unidas, Clara Pardo.
PANADEMIA SIN VACUNA
Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas, inició la campaña con un discurso dirigido a combatir la pobreza y el hambre en el mundo, desde un retorno a la solidaridad de hace unos meses, cuando la Covid-19 irrumpió en la sociedad. En el mundo, unas 690 millones de personas sufren hambruna. "El hambre no es contagiosa, pero también mata, y mata mucho más que la Covid-19, que el sida y que otras enfermedades. Pero contra el hambre no hay vacuna, sino una indiferencia egoísta carente de la más mínima solidaridad", aseguró la dirigente de la ONG.
Para los 1.300 millones de personas afectadas por la pobreza multidimensional, que son principalmente refugiados, migrantes, trabajadores en precario, minorías étnicas, niños vulnerables, ancianos, mujeres, etc., "la pandemia del coronavirus está teniendo un impacto brutal, del que les va a ser muy difícil recuperarse en mucho tiempo", señaló Pardo.
En Manos Unidas, la Covid-19 obligó a adaptar programas y estrategias a corto plazo para orientar la acción humanitaria de forma urgente y atender a esos colectivos más desprotegidos. "Esto nos permitió que, de los 160 proyectos de emergencias aprobados a lo largo del año 2020, 133 se hayan destinado a emergencias derivadas de la pandemia de Covid-19 en África, Asia y América Latina", explicó Pardo.
Además, en los proyectos ya en marcha se han incluido partidas de mitigación de los daños de la Covid-19 en unos 200 proyectos de desarrollo, nuevos o ya en ejecución. En total, Manos Unidas destinó casi 4,6 millones de euros a hacer frente a esta crisis.
DESIGUALDAD EN MUJERES
Raquel Reynoso, presidenta de la asociación SER (Servicios Educativos Rurales), trabaja junto a Manos Unidas en la promoción de los derechos humanos entre la población indígena de Ayacucho (Perú), una de las zonas más castigadas por el conflicto armado interno que padeció el país y que se ha visto muy afectada por la actual pandemia del coronavirus.
"La pandemia nos ha mostrado que todos estamos más vulnerables, hemos pasado momentos muy duros", afirmó Reynoso, quien añadió que en Europa han pasado también momentos "difíciles", pero que en las zonas pobres, especialmente las que no tienen acceso al agua, la situación es "insostenible".
"Es cierto que todos somos vulnerables, pero hay comunidades que lo son aún más porque viven día a día con problemas muy graves de vulneración de derechos, problemas de alimentación, de empleo… si las personas no morían por Covid podían morir de hambre si no salían a vender algo para sobrevivir", declaró Reynoso.
En Perú, la pandemia se sumó al conflicto armado en algunas zonas, un enfrentamiento que dejó alrededor de 69.000 víctimas. En el caso de Ayacucho -departamento donde se registraron más muertos y desaparecidos- la mayoría de estas víctimas vivían en el campo y, por tanto, afectó a las mujeres campesinas, quienes sufrieron violaciones y violencia sexual. Además, según relató Reynoso, este conflicto dejó a 270.000 mujeres esterilizaciones de manera forzada.
PROYECTO 'KUCHINATE'
Alicia Vacas, responsable de las Misioneras Combonianas para Oriente Medio y Asia, trabaja en la promoción del diálogo interreligioso y en la defensa de los derechos humanos de los colectivos más desfavorecidos, como los migrantes africanos, población palestina o beduinos, pero especialmente centra sus esfuerzos en el proyecto 'Kuchinate', que es el apoyo humanitario a las mujeres africanas en busca de asilo.
Estas mujeres forman parte de los 20.000 sursudaneses y 40.000 eritreos que, entre 2007 y 2013, llegaron a Israel, por el desierto del Sinaí, tras escapar de los conflictos armados y del hambre. "Esa vía del desierto del Sinaí se convirtió muy pronto en un infierno de tortura y extorsiones donde muchos migrantes perdieron la vida. Y los que llegaron a Israel, se encontraron con políticas de rechazo y discriminación que les negaban el reconocimiento como refugiados y les condenaba a la marginación", aseguró Vacas.
'Kuchinate', que cuenta con el apoyo de Manos Unidas, es un proyecto psicosocial que tiene como objetivo el empoderamiento de más de 300 mujeres en situación de vulnerabilidad extrema. Mientras se ocupa de su bienestar integral, ofrece apoyo psicológico profesional y facilita tanto su integración en la sociedad israelí como su reconocimiento como refugiadas por parte de la ONU y su reasignación a países de acogida donde puedan ser reconocidas como tales.
(SERVIMEDIA)
10 Feb 2021
SAM/clc