Así lo reclamó en una nota suscrita por los cardenales Luis Antonio Tagle, presidente de Caritas Internationalis, y Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en la que precisaron que la llegada de las primeras vacunas contra la Covid-19 “ha traído mucha esperanza, pero también ha evidenciado mayores desigualdades”, al entender que las naciones ricas, que invirtieron dinero en la producción de esas vacunas “esperan ahora el retorno de su inversión”.

“Se cree que el milagro de las vacunas reactivará la maquinaria mundial. Esto ha llevado a una especie de autoenfoque del norte, que se manifiesta en el nacionalismo y el proteccionismo”, advierten, al tiempo que lamentan que el “sur global, donde vive la mayoría de los pobres, ha quedado al margen”.

Tras puntualizar que la humanidad se encuentra “en un momento crucial, una oportunidad para vivir el milagro de la caridad, abordando juntos el desafío actual”, insistieron en que el acceso a las vacunas en todo el mundo “no ha sido equitativo como debería ser”.

A este respecto, subrayaron que los pobres, las minorías, los refugiados y los marginados “son los más expuestos al virus” y consideraron que “cuidar de ellos es una prioridad moral, porque abandonarlos los pone en peligro a ellos y a la comunidad mundial”.

MIRAR MÁS ALLÁ

En este contexto, instaron a los líderes políticos a “mirar más allá de los intereses de sus propias naciones y grupos políticos” e hicieron hincapié en que la pandemia es “un problema de seguridad humana global, que amenaza a toda la familia humana”.

“La comunidad internacional debería adoptar un enfoque holístico y con las múltiples partes interesadas, con el fin de evitar el peligro de que la pandemia se desborde en el sur global, lo que podría provocar de nuevo una crisis humanitaria mundial”, continuaron.

En este sentido, abogaron por “revisar” la deuda de los países de bajos ingresos condonación de la deuda podría ser un medio para generar fondos a las múltiples partes interesadas, “en particular”, a su juicio, las organizaciones confesionales, para mejorar los servicios e instalaciones médicas de esos países y “reforzar” su seguridad sanitaria.

Entre otras medidas, también urgieron a promover la producción local de vacunas en diferentes centros técnicos de África, América Latina y Asia y a ayudar a las organizaciones locales, y en particular a las organizaciones religiosas, para sensibilizar y capacitar a las comunidades locales con el fin de que estén “preparadas a tener acceso a la atención preventiva”.