Energía

La construcción de oleoductos y gasoductos cayó un 13% en 2020 por riesgo financiero

- Según un estudio de Global Energy Monitor

MADRID
SERVIMEDIA

El riesgo de activos abandonados contribuyó a que la construcción de oleoductos y gasoductos cayera un 13% durante el año pasado en todo el mundo, pese a lo cual hay más de un billón de dólares en proyectos en marcha de estas instalaciones, lo que socava las promesas de las principales economías del mundo de lograr la neutralidad de carbono a mediados de este siglo.

Así se recoge en un estudio anual de Global Energy Monitor, una organización con sede en San Francisco (Estados Unidos) dedicada analizar el panorama energético internacional relativo a proyectos de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) y su relación con el medio ambiente y el cambio climático.

El último estudio de esta entidad indica que 2020 continuó con una década de desaceleración en la construcción de oleoductos y gasoductos y que algunos proyectos se retrasaron en 2020 por la pandemia de la Covid-19 -enfermedad causada por el último coronavirus-, pero algunos proyectos continúan disfrutando de apoyo político y financiero.

El descenso en la construcción de oleoductos refleja la caída de las finanzas de las empresas en 2020, ya que todas las grandes compañías petroleras se vieron muy afectadas por la pandemia, pero ello también sucedió junto a una avalancha de anuncios nacionales de cero emisiones netas de carbono, que se duplicaron entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020.

Global Energy Monitor advierte del riesgo de un billón de dólares en activos varados porque la expansión planificada de 212.000 kilómetros en tuberías de transmisión de petróleo y gas podría colisionar con los compromisos de la mayoría de las grandes economías del planeta para transitar hacia la neutralidad climática a mediados de este siglo (es decir, que las emisiones que se expulsen a la atmósfera sean absorbidas por sumideros como los océanos o los bosques).

Además, los proyectos en construcción o en fase previa de construirse contribuirán a un aumento en su vida útil de 170 gigatoneladas en las emisiones de CO2 procedentes del petróleo y el gas, sólo un 15% menos que las proyectadas en las plantas de carbón actualmente en funcionamiento en el mundo.

Dieciocho de los 20 gasoductos más largos en desarrollo y el 82,7% de todos los que están en desarrollo transportarán gas, lo que refleja "el éxito de la industria de los combustibles fósiles en perpetuar el mito de que el gas puede ser un 'combustible puente' hacia un futuro de energía limpia", según Global Energy Monitor.

ALGUNOS PAÍSES

Estados Unidos lidera el desarrollo de oleoductos, con 19,6 millones de barriles de petróleo equivalente por día en desarrollo. Esa expansión presenta un riesgo climático importante porque las exportaciones estadounidenses de gas licuado tienen una mayor intensidad de gases de efecto invernadero. Además, unos 110.000 millones de dólares en proyectos de petróleo y gas corren el riesgo de convertirse en activos abandonados.

En China, unos 173.000 millones de dólares en oleoductos y gasoductos corren el riesgo de convertirse en activos varados. Si se completan, los proyectos en desarrollo aumentarían las emisiones a lo largo de su vida útil equivalente al total de la flota de carbón nacional. Se espera que la empresa PipeChina amplíe en 32.800 kilómetros en la red nacional de oleoductos y gasoductos, y pronto sea la mayor constructora de esas instalaciones en todo el mundo.

Australia y Brasil tienen 43.000 y 40.000 millones de dólares, respectivamente, en gasoductos planificados o en fase de preconstrucción que suponen un riesgo de activos bloqueados. Canadá podría perder unos 32.000 millones de dólares en oleoductos y gasoductos si los activos quedan varados y el riesgo de activos bloqueados en la India asciende a 104.000 millones de dólares.

El estudio indica que la oposición de los terratenientes, grupos indígenas y activistas climáticos provocó el año pasado la cancelación o el retraso de oleoductos de alto perfil y está cambiando la percepción de los oleoductos como una inversión 'segura'.

Según el autor principal del informe, James Browning, el panorama político al que se enfrenta el nuevo Gobierno estadounidense de Joe Biden es "radicalmente diferente" del que dejó éste cuando fue vicepresidente de Estados Unidos en 2017. "El gas fósil ahora se reconoce como un destructor del clima, no como una solución climática. Eso significa que Biden enfrenta la difícil decisión de controlar la infraestructura de gas, que es la más forma eficaz de limitar las emisiones", apuntó.

Greig Aitken, investigador de finanzas del Global Energy Monitor, recalcó que el director del Banco Europeo de Inversiones, que es la institución financiera pública más grande del mundo, comentó el mes pasado que "el gas se acabó". "Ya es hora de que otras instituciones financieras importantes, tanto públicas como privadas, den un paso adelante y sigan el ejemplo del BEI para poner fin a su apoyo a proyectos y empresas de infraestructura de petróleo y gas", indicó.

(SERVIMEDIA)
07 Feb 2021
MGR/clc