La investigación, que se ha desarrollado durante más de siete meses, comenzó tras la detención en Letonia de un miembro de la organización, hecho que Interpol comunicó a los agentes españoles.

Los seis arrestados en España regentaban un club de alterne en la localidad de Ponts, al que trasladaban a las víctimas desde Rusia y otros países eslavos en viajes de cerca de 10 días de duración.

Las víctimas eran captadas por contactos del grupo en países del este de Europa. En primer lugar se realizaba un estudio previo de las mujeres por parte del aparato de captación de la organización, que apuntaba preferentemente a jóvenes de clase social media-baja y con familiares a su cargo, para abusar de su situación personal.

La organización en España pagaba por este servicio y el posterior viaje una cantidad que oscilaba entre los 2.000 y 3.000 euros por cada nueva víctima, cifra que más tarde se convertía en deuda y que era utilizada para la explotación sexual de estas mujeres. Las rutas seguidas para el tráfico atravesaban diferentes regiones y suponían varios días hasta alcanzar el destino final.