Infancia

Fundación ANAR: “Los menores que se fugan no son delincuentes o problemáticos, son víctimas”

MADRID
SERVIMEDIA

El 62,2% de los casos de desapariciones de menores registrados por la Fundación ANAR fueron fugas voluntarias. Según los expertos, quienes abandonan su hogar no suelen ser delincuentes o chavales con comportamientos problemáticos, sino víctimas de distintos tipos de violencia y acoso que buscan una vía de escape.

“Toda fuga es una situación de alto riesgo y es necesario hacer un esfuerzo por entender qué lleva a los menores de edad a fugarse”, aseguró la fundación, que cuenta con un servicio para menores desaparecidos en el teléfono 116000, y en el que la mayoría de casos de desapariciones están relacionados con fugas.

Según el director de programas de ANAR, Benjamín Ballesteros, “los menores de edad están tratando de escapar de problemas muy graves dentro y fuera del hogar”, en muchas ocasiones relacionados con “el abuso sexual, el maltrato físico, la negligencia, el acoso escolar y la violencia de género”.

La fundación aseguró “la fuga, al igual que el suicidio, supone un intento de escape de una situación vivencial grave para el menor de edad”.

El año pasado, esta entidad atendió un total de 2.618 llamadas por menores de edad desaparecidos en España con 819 casos. Pues bien, el 62,2% de ellos fueron fugas del hogar o del centro donde vivían habitualmente estos chavales.

Por tanto, desde ANAR trasladaron una serie de consejos para prevenir estas situaciones. “Demos importancia a sus testimonios o avisos previos de querer marcharse o huir. Ante una amenaza de fuga, verbalización o signos de que pudiera llevarla a cabo, no lo toméis a la ligera o penséis que son cosas de adolescentes”.

En este sentido, indicó a los padres o responsables de los menores que “no le confrontéis, ni minimicéis sus sentimientos. Acompañadle y acogedle. Necesita que le transmitáis seguridad”, explicó la fundación.

Algunos de los signos que pueden indicar que un menor se puede fugar son una bajada de rendimiento académico, pérdida de amigos, falta de higiene, irritabilidad, agresividad, distanciamiento o impulsividad, entre otros.

“La soledad en el adolescente no siempre es buscada. Su aislamiento pone de relieve problemas de incomprensión, dificultades emocionales o cuestiones más graves. Entendamos los cambios propios del adolescente”, añadió ANAR.

Por tanto, ante cualquier síntoma, la entidad recordó que “no es un fracaso pedir ayuda” y “reconocer que ha habido un conflicto en la familia”, por lo que recomendó que las familias acudan a psicólogos o con la propia Fundación ANAR para evaluar y evitar mayores consecuencias.

(SERVIMEDIA)
16 Nov 2020
GIC/pai