Así se expresó la nueva presidenta de la FCM, Marta Valencia, durante su intervención en el webinario ‘La soledad no deseada de las mujeres con discapacidad’, quinto encuentro de una serie de seis webinarios organizados por el Real Patronato sobre Discapacidad y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), con el fin de abordar desde diferentes vertientes el binomio soledad y discapacidad.

Este quinto encuentro fue moderado por la jefa de Servicio del Real Patronato sobre Discapacidad, Elena Jariod, quien destacó la necesidad de “visibilizar más las situaciones de soledad y para eso trabajamos todas las partes”.

La presidenta de Cermi Mujeres incidió en la importancia de visibilizar más a las mujeres y niñas con discapacidad, al tiempo que enumeró algunos de los elementos que ponen barreras a la participación social de esta parte de la ciudadanía.

Entre ellos, recordó factores como que el 74% de las personas con discapacidad que viven solas son mujeres; la “brecha” de acceso a las herramientas digitales de comunicación por falta de accesibilidad; mayores dificultades de acceso a servicios; más riesgo de pobreza y exclusión social, y la falta de accesibilidad de los edificios de viviendas, que hacen que no puedan salir de forma independiente de casa en situaciones de movilidad reducida.

Por su parte, Patricia Sanz, miembro del Patronato de la FCM, defendió que, en materia de lucha contra la soledad, “hemos avanzado, pero tenemos que seguir, porque si nos quedamos como estamos, retrocederemos por la propia inercia”.

La también vicepresidenta de la ONCE centró su intervención en exponer algunas de las situaciones que están agravando la situación de soledad de las mujeres ciegas o con discapacidad visual severa, como puede ser el tener que pedir ayuda por la calle o ir a la compra, ahora que no se puede tocar. “Hay pandemia, pero no podemos perder la empatía”, declaró Sanz, quien advirtió de que con todas las barreras “te vas quedando en casa, te vas quedando más sola y pierdes movilidad y orientación”.

SOLEDAD ACOMPAÑADA

En el apartado de testimonios de mujeres con discapacidad, protagonistas del webinario, Carmen Molina señaló que “pensamos que la socialización, el compartir, es un derecho garantizado, y no es así”. Asimismo, avisó del especial “dolor” que produce la “soledad acompañada”, es decir, cuando se está rodeado de gente.

Molina analizó la incidencia de la soledad no deseada en el caso de las mujeres con trastorno del espectro autista (TEA) por los prejuicios existentes. “Necesitamos ser queridas como somos, sin tener que ser recriminadas por una determinada excentricidad cuando me reúna con mis círculos informales o tener que esconderme”, compartió.

Posteriormente, Marina Martín, mujer sordociega, relató las dificultades que encuentran las mujeres sordociegas, sobre todo en el ámbito de la comunicación, una situación mucho más agravada por la pandemia de Covid-19. “Nuestra calidad de vida depende exclusivamente de los guías intérpretes”, especificó.

En relación con la parálisis cerebral, Carola López, madre de una hija con esta discapacidad, narró situaciones en las que le han llegado a decir que “su hija, para tener una vida así, es mejor que se hubiera muerto”, lo que, según describió, “es una muestra del abandono social” que sufre las personas con grandes discapacidades y sus familias.

Esta madre activista del movimiento de la discapacidad lamentó también la merma que están sufriendo los servicios de atención a las personas en situación de dependencia a consecuencia de la pandemia.

Por último, la directora ejecutiva del Cermi, Pilar Villarino, puso en valor la celebración de webinarios como estos para visibilizar esta problemática y promover el acompañamiento y participación de las mujeres con discapacidad y las madres y cuidadoras de familiares con discapacidad.