“Según las estadísticas del Ministerio de Fomento hay un millón de edificios que no tienen ascensor y de ellos 300.000 tienen más de tres alturas”, indicó en una entrevista con Servimedia el responsable de la empresa líder de ascensores en España, con más de 250.000 terminales en cartera.

Barquín explicó que son edificios construidos fundamentalmente “a finales de los 60 o 70 en los cinturones de las ciudades y que ahora mismo están ya prácticamente en el centro de la ciudad, y son auténticos problemas, con barreras arquitectónicas y problemas de accesibilidad” que reclamó abordar con la futura ley de vivienda.

En su momento se erigieron adaptados para personas que eran jóvenes, pero ahora subrayó que “tienen edad y se están convirtiendo en auténticas cárceles”. “Se enfrentan a un verdadero drama: no pueden salir de su casa, pero tampoco tienen probablemente la capacidad económica o, incluso, ni siquiera la emocional porque no quieren cambiar del barrio donde llevan viviendo cuarenta o cincuenta años”, reparó.

En este punto avisó de que vamos a hacia una sociedad más digital e interconectada en todos los niveles, con una población envejecida que precisa ayuda, “pero desgraciadamente todavía sin haber solucionado todos los problemas de accesibilidad”. “Aunque estemos más conectados, pues al final los abuelos quieren ver a los nietos (…) Están muy bien las videoconferencias, pero al final el contacto y, sobre todo con la familia, es necesario. Nosotros lo que queremos es que haya accesibilidad”, abundó.

El director general de Zardoya Otis en España alertó de que volverá a repetirse la historia en viviendas ahora en construcción. Se refiere en particular a la proliferación de edificios unifamiliares con varias plantas igualmente desprovistas de elevadores. “Igual que en los años 60-70 o principios de los 80 se construyeron edificios de 3 o 4 alturas sin ascensor, ahora se están construyendo cientos de miles de viviendas unifamiliares con tres, cuatro alturas que ahora están habitadas por personas jóvenes que no les parece ningún problema, pero con el paso del tiempo será el futuro problema de accesibilidad, el problema de las barreras arquitectónicas”, advirtió.

Ante esta realidad desveló que su compañía es proactiva en contactar con los promotores para que contemplen en la edificación la potencial instalación de un ascensor para que en el futuro no represente “una obra civil importante” y “sea lo menos gravoso posible”. “Cada vez son más sensibles a nuestros requerimientos y cada vez hay más viviendas unifamiliares con esos requisitos”, admitió.

Para dar solución a estos desafíos en Zardoya Otis han desarrollado un ascensor estrecho, que permite instalar el equipo sin eliminar mucho espacio en la vivienda y para edificios antiguos donde no había ascensores. Su tecnología le permite además sustituir el tipo de ascensor más común en España: de apenas cuatro plazas por otro de mayores dimensiones, con capacidad y potencia para transportar seis pasajeros, achicando su estructura.

“Los materiales que se utilizaban y el aprovechamiento de los huecos y la sensibilidad al espacio o la accesibilidad que había en los años 70-80 no es la misma que ahora. Era una máquina que pesaba aproximadamente 400 kilos y ahora cuesta 80, necesitabas poleas de 60 centímetros y ahora son de diez centímetros. Con esas mejoras, donde antes te planteabas la instalación de un ascensor de cuatro personas, ahora son de seis”, detalló.