Esto supone que unos 1.000 millones de niños y adolescentes -cerca del 60% de la población en edad escolar- se encuentran todavía afectados por el cierre de escuelas a causa del Covid-19, según indicó Lucía Rodríguez, responsable de incidencia de Entreculturas, en la presentación del informe ‘La vuelta al cole, un reto a la sombra de la pandemia’.

Esta investigación de Entreculturas forma parte de su habitual campaña 'La silla roja', que este año lleva como lema: 'La vida sin educación no se sostiene'. Según Rodríguez, casi 1.600 millones de niños y adolescentes -el 94% del total-- se vieron afectados por el cierre de colegios "en el punto más álgido de la pandemia". En la actualidad, los afectados son casi 1.000 millones, el 60%.

Explicó que en estos momentos, el curso debería empezar o estar a punto de hacerlo para 900 millones de niños, pero que 132 países aún no han anunciado la reapertura de sus escuelas.

En rueda de prensa, recalcó que “el cierre de estos centros agrava las desigualdades en la educación y afecta de manera desproporcionada a los niños y jóvenes más vulnerables”, y llamó a "evitar que la crisis sanitaria se convierta en una crisis educativa que nos haga retroceder dos décadas" en este terreno.

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Así, Rodríguez lamentó que "la respuesta a la emergencia educativa se centró casi exclusivamente en la formación online", cuando "la mitad de la población escolar no tiene ordenador y más de 700 millones de niños carecen de acceso a Internet". Además, “369 millones de niños que dependen de los comedores escolares tuvieron que buscar otras fuentes de nutrición diaria”, agregó.

El informe también subraya cómo las escuelas ofrecen un lugar seguro, especialmente para las niñas, que a causa del confinamiento se han visto más expuestas a "matrimonios y embarazos forzosos y a los distintos tipos de violencia".

En conclusión, el estudio propone aprovechar este "contexto de incertidumbre" para "replantearse la educación". “Pretender volver a lo de antes, a la escuela de antes, sería un problema", afirmó Rodríguez. En su opinión, "la escuela debe ser renovada desde una actitud innovadora y hay que pasar revista a todo, desde la gestión a los programas".

También defendió "una escuela inclusiva", donde se preste una mayor atención a los colectivos más vulnerables y con necesidades especiales, como los niños con discapacidad, de minorías étnicas, refugiados o migrantes.

Finalmente, recalcó que la escuela “debe ser un entorno seguro en todos los sentidos, por lo que los Estados han de "asumir este reto" y garantizar "unas condiciones higiénico-sanitarias adecuadas; luz, agua y jabón, saneamiento".