Según Gurría, los crecientes precios de los alimentos y las materias primas están socavando los esfuerzos para combatir la pobreza y el hambre, además de estar amenazando el crecimiento económico.

En este sentido, la OCDE "acoge con beneplácito" la decisión adoptada por el Gobierno francés para reducir la volatilidad de los precios de los productos básicos y alimentos.

"Los mercados de la agricultura siempre han sido volátiles, pero si los gobiernos actúan juntos, las oscilaciones extremas de los precios podrán ser mitigadas, de tal modo que los productores estén más protegidos y los consumidores sean menos vulnerables", dijo Gurría. A su juicio, "los mercados de productos básicos necesitan para funcionar mejor ser más transparentes".

En este sentido, la OCDE considera que se debe imponer una mayor disciplina en cuanto al uso de las restricciones al comercio -tanto las exportaciones como las importaciones-. Esta organización también incide en la necesidad de mejorar la información pública sobre la producción a corto plazo, el consumo y las existencias, así como sobre las perspectivas del mercado a medio plazo.

Los mercados internacionales "pueden amortiguar los choques de oferta y demanda que afectan a los países y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo para los países con capacidad limitada de producción de alimentos", añadió.

Para la OCDE, la prioridad deben ser los países altamente dependientes de las importaciones de alimentos, donde los altos precios pueden generar problemas en la balanza de pagos. Igualmente, este organismo subraya la necesidad de programas de protección social dirigidos a los más vulnerables, a través de los cuales se distribuyan alimentos.

La OCDE incide, asimismo, en la importancia de aumentar la productividad agrícola en todo el mundo. "La inversión en agricultura de los países en desarrollo será particularmente importante, tanto para aumentar el suministro de alimentos como para garantizar a las economías menos desarrolladas ingresos y empleo".

Por último, la OCDE señaló que subsidiar la producción de biocombustibles fabricados a base de maíz, remolacha azucarera o aceite vegetal "puede contribuir a elevar los precios de los alimentos", mientras que su impacto para la reducción de gases de efecto invrnadero es "limitado". Por ello, la OCDE recomienda el uso de materias primas alternativas -como la celulosa- ,que producen energía más eficientemente y, al mismo tiempo, facilitan el comercio tanto de biocombustibles como de materias primas.