Son cifras de bancos, cajas y cooperativas de crédito divulgadas este viernes por el Banco de España. Si se incluyen también las correspondientes a los establecimientos financieros, la tasa de morosidad conjunta alcanzaría los 57.192 millones o el 5,018% de los 1,19 billones de euros otorgados por el conjunto de entidades en financiación a empresas, familias y resto de clientes.

El frenazo en la entrada de nuevos impagos que ha traído la reactivación económica, unido a profundo ejercicio de limpieza realizados por las entidades con ventas de inmuebles adjudicados y carteras de crédito dudoso hace que los balances luzcan sus mejores ratios desde que estallido de las hipotecas ‘subprime’ estadounidenses desató la crisis mundial.

En España, y dado el alto empacho en ladrillo, el estallido de aquella crisis provocó quiebras sucesivas de inmobiliarias que dispararon la cartera de activos tóxicos a 191.825,45 millones de euros en su pico más alto, en enero de 2014. Por entonces dicha cuantía representaba el 13,7% del crédito total prestado.

Gracias a la creación del banco malo, que ayudó a ir desaguando créditos incobrables e inmuebles de las entidades que recibieron ayudas, y la gestión activa de las entidades para vender y sacarse del balance dichos activos la cifra se ha reducido casi a la cuarta parte de lo que era por entonces.

Al cierre del pasado ejercicio la cartera de financiación dudosa -al menos tres cuotas acumuladas sin pagar- se situó así en 54.301 millones, su cuantía más baja desde octubre del año 2018, cuando dicha exposición ascendía a 50.829 millones de euros.

Durante el último ejercicio las entidades depósito (bancos, cajas y cooperativas) han reducido, en concreto, un 19,19% el saldo dañado, a la vez que la cartera viva financiada disminuía un 1,27% y ha cerrado el año en los 1,13 billones de euros.