En su discurso para inaugurar la XIII legislatura, Batet dijo que formar parte de la Mesa “es un honor y una responsabilidad” y que todos los electos funcionan “a crédito”, porque reciben “por adelantado un depósito de confianza” que les acarrea una deuda que han de devolver con intereses a los españoles con el cumplimiento riguroso de sus funciones.

Prometió como presidenta ser imparcial y defender los derechos de los diputados por igual pero advirtió de que no puede ni debe “ser neutral en lo que afecta a la misión constitucional del Congreso”.

Calificando al Legislativo como “la pieza más importante del Estado de Derecho”, afirmó que la calidad de la democracia depende en buena parte de su autonomía frente a otros poderes y de la dignidad de la institución. Para ello, y aun aceptando que la democracia tiene “algo de espectáculo”, pidió a los diputados “no degradar ni banalizar la actividad parlamentaria” con gritos y faltas de respeto, que “rebajan a los representantes y ofenden a los representados”.

Batet pidió a los grupos deliberación respetuosa y siempre teniendo en cuenta que el Parlamento es reflejo de una sociedad plural y diversa y que “ninguno de nosotros representa en exclusiva a España ni a ninguno de sus territorios ni a la voluntad de todos los ciudadanos”, sino que “siempre hay otro legítimo y distinto al que sólo podemos exigir respeto a la ley”.