A media mañana entraron en el Salón de los Pasos Perdidos y se pusieron delante del féretro del exlíder socialista. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se levantó y fue hacia ellos para saludarles.

La llegada de los artistas coincidió con el momento en el que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, se había llevado a la viuda, Pilar Goya, fuera de la capilla para que tomara algo y descansase. Sánchez alertó a protocolo de la Cámara Baja para que condujera a los cantantes donde la esposa del exvicepresidente.

Pero no fueron los únicos del mundo de la cultura que se despidieron del exministro de Educación. Concha Velasco, muy dolida, acudió al hospital el primer día de hospitalización de Rubalcaba, igual que la también actriz Marisa Paredes se personó anoche en el Congreso ante la capilla ardiente.

LARGAS COLAS

No sólo rostros conocidos o amigos quisieron darle el último adiós. Largas colas de ciudadanos pasaron ayer y hoy ante Rubalcaba, algunos con rosas, otros le dejaron alguna chapa. Personas mayores, como alguno de más de 90 años que pidió estar un “ratito más” ante el exministro, y jóvenes que reconocían su sacrificio por España.

También lo hicieron familias enteras con niños o varias generaciones juntas, para sorpresa de la familia y allegados, que estaba realmente sorprendidos por la respuesta de la calle a la pérdida de Rubalcaba.

Además del libro de honor en el que las autoridades dejaban mensajes de despedida, también se habilitó otro para el público en el general. Mensajes como el de Pedro Sánchez, que destacó que le dio las “gracias” porque se “entregó en cuerpo y alma para hacer un país mejor” y “trascendió como político”. “Hizo de España un lugar mejor, lleno de seguridades y abierto a Europa y al mundo”, escribió el presidente.

Eran miles las personas que accedían a la capilla ardiente tras más de una hora haciendo cola. También se han querido acercar a dar el último adiós a Rubalcaba algunos de sus alumnos de la Universidad Complutense, donde impartió clases en la Facultad de Química hasta la misma mañana del miércoles en la que le dio el ictus que ha terminado con su vida.

Decenas de altos mandos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se mezclaban con el trasiego de ministros y personalidades políticas que entraban y salían de la capilla ardiente por el patio del Congreso. Despedían a un jefe y protagonizaron uno de los momentos de la capilla cuando una docena de ellas, uniformados, dieron el pésame a la viuda.