Al inicio de su declaración relató los encuentros que había mantenido con el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, al que no pudo convencer de que renunciara a la celebración de un referéndum de independencia. “Yo estaba convencido de que si esto seguía adelante iba a provocar un daño irreversible en Cataluña, en la convivencia” y, por tanto, “mi interés era convencerle de que no llevara adelante ese proyecto, que había muchas maneras de servir al interés general”.

A partir del momento en el que se anunció la convocatoria del referéndum, dijo, “entendí que las cosas se ponían en una situación muy compleja” y que a partir de ahí su única esperanza es que “hasta la celebración del referéndum él rectificara, que tuviera alguna fase de lucidez, pero eso lamentablemente no se produjo”.

Además, Millo mantuvo relaciones con todos los miembros del Gobierno catalán y comenzó a desgranar sus relaciones con el exvicepresidente Oriol Junqeras. "Me invitó a tener una charla informal, pidió que no la hiciéramos pública y accedí, y me decía que comprendía que todo esto podía generar una situación complicada”, explicó. De hecho, desveló que le “confesó” que “no era partidario de que fuera tan deprisa” el 'procés', aunque “estaba comprometido con el Gobierno a tirar hacia delante con este proyecto”.

En cualquier caso, indicó que Junqueras era "absolutamente partidario" de la consulta. "Me dijo: 'Soy independentista, lo he sido siempre y no tengo que demostrarlo. Otros en mi Gobierno no lo habían sido nunca y ahora tienen que hacer un esfuerzo muy importante para demostrar que lo son, incluso más que yo'".