Aznar dedicó a ETA la segunda parte del discurso que pronunció en la Universidad de Murcia al recoger el doctorado "honoris causa" que le ha sido concedido.

Partiendo de que "ETA está derrotada histórica y socialmente", en lo que es "uno de los grandes éxitos de la nación española" porque se la ha vencido "con la limpieza de la ley y la democracia", apuntó que "ahora hay que hacer efectiva esa derrota" sin que haya "precio alguno que pagar a los terroristas". "No lo hubo cuando mataban, no lo puede haber ahora", enfatizó.

El ex presidente rechazó "de plano la falsa idea de que aplicar las leyes obstaculiza la derrota del terrorismo y no aplicarlas la facilita", puesto que a su juicio ha ocurrido lo contrario. En este sentido, llamó a no dejarse "enredar por este juego de unos supuestos terroristas buenos que quieren convencer a otros terroristas malos para que dejen el terrorismo del que todos ellos son responsables".

Para Aznar, "la cuestión hoy no es si ETA está derrotada, sino impedir que ETA escape a su derrota", y la mejor forma de "mirar al futuro" y lograr la "reconciliación" y el "perdón" es aplicar el sistema político y legal que en su opinión mejor encarnan estos valores; esto es, el que se fraguó en la Transición.

Frente a ello, alertó contra el peligro de creer que "el crimen hay que contextualizarlo" o que "sus medios son rechazables pero que parte de sus fines son comprensibles", puesto que el que "el totalitarismo sea aceptado como una opinión política aparentemente legítima sería un éxito del terrorismo".

En definitiva, previno contra la tentación de "intentar ahora hacer como si ETA no existiera, casi como si nunca hubiera existido, como excusa para no hacer efectiva su derrota".

"Abandonar la violencia no puede ser sólo renunciar a su uso desde ahora, debe ser también el reconocimiento expreso de que nunca debió ser empleada", argumentó el ex presidente. "No se trata de crear unas condiciones nuevas en las que la violencia carezca de sentido para el terrorista, se trata de establecer como idea de plena vigencia social que la violencia nunca ha estado justificada, que España no la merecía, que nada legitima el terrorismo. Que las víctimas son absolutamente inocentes y que los terroristas son absolutamente culpables".

En opinión de Aznar, "no puede darse la impresión de que dos bandos moralmente equivalentes resuelven sus diferencias", y por eso "la democracia española no debe desviarse del respeto incondicional a los principios del Estado de derecho".

Por eso, concluyó: "El final del terrorismo plantea un único riesgo: que perdamos en la victoria. Es decir, que pierda la nación de ciudadanos. Que se le niegue su derecho a exigir a los terroristas todas sus responsabilidades".