La también ministra de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales se pronunció en estos términos al presidir en la sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales el acto de presentación de los libros ‘Parlamento Abierto. El parlamento en el siglo XXI’ y ‘El parlamento abierto en el mundo, evolución y buenas prácticas’ de Rafael Rubio y Ricardo Vela.

Al hablar de los retos a los que se enfrentan los parlamentos se detuvo en la “gestión de la gobernabilidad”. A este respecto, recordó que en nuestro Parlamento hay 15 siglas políticas diferentes, lo cual hace “imperioso cultivar la política de diálogo y pactos” y superar “visiones cortoplacistas y exclusivamente partidistas”.

La ‘número dos’ de Mariano Rajoy en La Moncloa llamó a “olvidar el maximalismo” para procurar “soluciones estables” a la ciudadanía y advirtió a la oposición de que para ello se precisan pactos “que piensen más en las futuras generaciones que en preparar las futuras elecciones cuando no en buscar cómo anticiparlas”.

Igualmente, reflexionó que otro de los principales retos a los que se enfrentan los parlamentos europeos hoy en día son los “profundos movimientos disgregadores” que encarnan “los populismos de todo signo y los nacionalismos exacerbados que pretenden cercar aldeas cuando nuestro mundo es una aldea global”.

Son movimientos, prosiguió la vicepresidenta, respecto a los que el Parlamento tiene que llevar a cabo una labor “muy intensa”. “El Parlamento tiene que ser elemento para el debate pedagógico sobre los principios y valores que defienden nuestras democracias”, manifestó.

Admitió, eso sí, que este es un “empeño difícil” y que muchas veces los que tienen que promoverlo pasan por momentos “de cierta congoja” al enfrentarse a movimientos cuyos seguidores “viven exclusivamente del emocionalismo”, esto es, “la exaltación emocional impermeable habitualmente a los argumentos de la razón”.

Finalmente, señaló que si labor de comunicación hay que hacerla en política general, el Parlamento ha de ser un “instrumento clave” para hacer “más permeables los argumentos de la razón frente al emocionalismo”.